¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

martes, 19 de octubre de 2010

El Canshape (XXII)


Oscuridad de su casa
y, también, de la calle


A Luis Aguilar Márquez,
alcalde electo de Tecpatán, el más joven de la reciente jornada electoral,
quien ayer cumplió años


La llegada a Chiapas del gobernador saliente de Oaxaca, Ulises Ruiz, representó para muchos una afrenta. Y es que por donde se le mire, este personaje oscuro de la política nacional da de qué hablar donde se pare, obviamente para mal. Su visita no pasó inadvertida, aunque fue al interior del PRI, porque su estado requiere de gestiones para subsanar las afectaciones por lluvias, y él acá, campante, hablando de lo que a su entender es política, una política de opresión, una política perdedora.
Aunque también es probable que en la tierra de la Guelaguetza ya no quieran ningún tipo de ayuda que provenga de él, porque luego les querrá cobrar “el favor”, y hasta han de ver con buenos ojos que su último mes de mandato lo pase lo más lejitos que se pueda. Oscuridad de su casa y, también, de la calle. No se vale que un estado tan necesitado de atención, como es Oaxaca en estos momentos, tenga un gobernante que a la primera oportunidad se va de gira a hacer proselitismo a favor de sus cuates y no del pueblo que gobierna, olvidándose de sus obligaciones y de sus hermanos, si es que alguna vez los vio así. Al fin y al cabo ya voy de salida, ha de pensar. Nadie le cree y más que sumar resta, y le resta, también, a los priístas chiapanecos, que en esta ocasión ya lamentan, seguramente, su estrategia fallida.

***
El viernes por la noche le hablé al poeta Wlbester Alemán Farrera para saludarlo y con mucha emoción me contó que acababa de presentar con éxito su libro Memorial de la montaña en su natal Cintalapa, esa edición de autor que ya se encuentra en la biblioteca personal de quienes disfrutan del canto vivo a la tierra chiapaneca. Me dijo que sus amigos de la infancia llegaron a la presentación y que hasta su primera novia se apareció por el lugar. Que un empresario había absorbido los gastos del evento y que vendió veintitantos libros. La voz se le quebró un poco cuando compartió que sus padres llegaron, desde el ejido donde viven, para ver a su hijo convertido en poeta. Me dijo: “Negrito, cómo me gustaría que estuvieras por acá para compartir mi alegría, en mi pueblo, con mi gente —qué hermosa es mi gente, vieras—“.
No se lo he dicho todavía, porque no lo he visto, pero esa noche fui feliz también. Tengo el gusto de conocerlo y contar con su amistad, y lo que verdaderamente admiro de él es esa voluntad de vivir como poeta. Su vida no ha sido fácil, parece, por el peso de esta decisión, pero tiene el talento de capitalizar poéticamente cada experiencia, y, me parece, tiene todo el derecho a vivir así.

***
Si, al igual que yo, el domingo por la mañana no piensa en otra cosa que mariscos para comer y una o dos o tres micheladas con clamato, bien preparadas, le recomiendo vaya al negocio del amigo Julio Barrera, el Chato Moyo (el Marisquero Mayor), donde la atención esmerada y el sazón justo del mar son característicos. Entre sus especialidades se encuentra una cazuela de mariscos gratinados que le harán imaginar que se encuentra en la playa, bajo el fresco de una palapa, escuchando esa bella canción “Veracruz”, del flaco de oro Agustín Lara, hasta querrá quitarse los zapatos y poner los pies en la arena. Otra de las delicias del lugar es la liza frita, de pronta preparación y tamaño generoso, deliciosa. En fin, hay una rica variedad de platillos que le harán el día. Visítelo en la zona marisquera de la ciudad, justo al lado de la Calzada de los Hombre Ilustres.

roraquiar@hotmail.com
961 111 58 69

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