¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

jueves, 27 de mayo de 2010

El Canshape (VIII)

·Cacique loco ·Algo personal

La política es un juego en el que pocos son lo que ganan, y muchas veces, también, ganan más los que pierden. Quien se mete en este juego debe saber que en cualquier momento las reglas cambian. Quien era el héroe se convierte en villano, y el don nadie en celebridad.

Seguramente ha escuchado sobre Nabucodonosor II, famoso por conquistar Jerusalén y Judá, y por su monumental actividad constructora en Babilonia, como los jardines colgantes. Pero hay un pasaje en particular que me llama la atención: su locura.
Según se lee en el libro de Daniel, en la Biblia, mientras presumía sobre sus logros, Nabucodonosor es humillado por el Dios de los judíos. El rey pierde la cordura y vive en la selva como un animal durante siete años (algunos lo consideran como un ataque de locura llamado zoantropía clínica).
Y por qué le cuento esto, se preguntará; bueno, porque algo similar ocurre en Tecpatán. Imagínese que el cacique local Jorge Betancourt se volvió loco, y precisamente por el poder. En su enfermizo deseo de seguir haciendo de las suyas no mide consecuencias, y esto seguramente le traerá complicaciones a él, y directamente a su incondicional Elia Casanova Velasco, candidata aliancista a la presidencia municipal.
Que qué ha hecho. Ai le va. Se atrevió a encarar a Neftalí Coutiño López, titular del IEPC en ese municipio, y le exigió que operara a su favor, y como el funcionario se negó, el cacique se las ingenió para que lo corrieran. Imagine que por no acceder a los caprichos de alguien cuya única virtud es tener paga, lo dejen sin trabajo, sobre todo en estos tiempos que la situación está tan complicada.
Pero la cosa no para ahí, también se le ocurrió ir con Tony Bermúdez, delegado del INEGI, para que le diera toda la información recaba en el actual censo y poderla usar a su favor.
Se entienda, entonces, que haga semejantes locuras porque a su candidata sólo la conocen en su casa, o a lo mejor ni ahí, y ni apoyada por los distintos partidos en alianza podrá por su cuenta hacer que su popularidad y la candidatura levanten.
Pero en el caso del cacique loco deberán controlarlo, porque es un peligro para el desarrollo de Tecpatán y para la democracia. Afortunadamente hay funcionarios decentes, como vimos, que no se prestarán a su amañado juego.

***
Hay una canción fabulosa, escrita por Joan Manuel Serrat, que muestra a detalle la personalidad de este tipo de sujetos a los que nos hemos referido, se la comparto a continuación, mas espero pueda escucharla pronto:

Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.

Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.

Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.

Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.

Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.

Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.

No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo

que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,

donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.

Contactos:
roraquiar@hotmail.com
961 117 3606

lunes, 24 de mayo de 2010

Casa de citas (II)

Caminos cerrados
Héctor Cortés Mandujano

Yo creía, como varios, que Morfeo era el dios del sueño. Ovidio en Las metamorfosis, un libro publicado originalmente en el año ocho después de Cristo, nos aclara que Morfeo es hijo del Sueño y de la Noche y “era el primero y más dulce de los sueños, pero no el rey de ellos como se cree”. [...] Hay otro que toma la figura de bestias salvajes, pájaros y serpientes; los dioses le llaman Icelón, y los hombres, Fobetor. El tercero, que se llama Fantasios, se trasforma en tierra, en roca, en rivera y en toda suerte de cosas inanimadas. Estos tres sueños viven solamente en las moradas de los reyes y nobles; los otros son para el pueblo”.

***
Lo peor que me ha ocurrido con las costumbres salvajes que hay en Chiapas de cerrar caminos por quítame estas pajas fue cuando, por la invitación aceptada de presentar un libro (Yucundo, lamento por una rivera, de Heberto Morales), he sufrido secuestro. Los actos culturales, de pronto, devienen novelas de aventuras.
Se haría en un municipio de célebre estirpe bochinchera. Mi mujer y mi hija decidieron acompañarme. Llegó la hora de la presentación y lo más granado del pueblo estaba allí, con sus mejores galas. La mesa de presentación parecía la última cena (no porque fuéramos cercanos al espíritu, sino por lo numerosos) y uno tras otro fueron desgranando sus discursos: emocionados unos, soporíferos otros, sentimentales dos o tres. Tocó hablar al autor y luego el improvisado maestro de ceremonias agradeció a los concurrentes. Todo parecía terminar en santa paz. No fue así, pues un grito hizo que aquello se volviera un pandemonium:
—¡Ai viene un grupo de enmachetados!
Como en un ballet ensayado, un grupo de personas corrió hacia la puerta (algunos lograron salir) y logró poner el candado antes de que los machetes comenzaran a estrellarse contra el hierro de la puerta. Clan, clan, clan. Las voces de los hombres armados, ensombrerados y con la cara cubierta con paliacates eran ininteligibles, porque dentro se mezclaban con gritos masculinos que los intentaban llamar al orden, rezos desesperados de las mujeres y previsible llanto de niños que, sin entender el asunto, olfateaban el peligro.
Allí estábamos encerrados, detenidos, secuestrados por esos hombres que no parecían entender que aquello era un acto para celebrar la aparición de una historia de ficción que, en su caso, sólo quería acercarse a la realidad a través de la palabra. De nuevo los hombres de acción contra los hombres de ideas, los machetes contra el libro. Ah, historia tan repetida. “Pero nosotros no somos de aquí, a nosotros no nos van a hacer nada, ¿verdad?”, me dijo mi mujer con una voz cercana al llanto. No le contesté. Suponía que si lograban tirar la puerta —clan, clan, clan— no iban a pedir credenciales antes de lanzar el tajo. Los de machete no estaban, evidentemente, buscando una discusión intelectual.
Llevé a mi hija (era una niña en aquel entonces) y a mi mujer al fondo del salón, y me acerqué a un escritor de la localidad.
—¿Por qué hacen eso, van a matarnos?
—Son los tapacaminos —me dijo él, muy tranquilo—, siempre andan en bola y con machete. No van a poder entrar, nomás hacen ruido.
Clan, clan, clan.
—¿Y qué quieren?
—Hablar con el presidente del comisariado ejidal.
—¿Cómo?
—Sí, es que se enteraron de que aquí estaba, en este evento.
—No entiendo.
—Lo andan buscando, porque quieren platicar con él.
—Lo que no entiendo es por qué hacen esto. ¿No podían haber hecho una cita para verlo en su oficina?
—Tal vez sí, pero es que estos actúan así, al chingadazo.
—¿Y dónde está el hombre que buscan?
Movió la cabeza, lo buscó por entre la viejecita que, arrodillada, le pedía misericordia a Dios; detrás de los tres niños que ya habían organizado un concierto llorón; frente al hombre que sin ver la tempestad le gritaba “Animales” a los enmachetados, en fin, por entre los que se movían y hablaban, rezaban, gritaban, mientras —clan, clan, clan— los otros, impertérritos, continuaban con su tarea de dejar caer los machetes sobre la puerta.
—No está, yo creo que logró salir.

El hombre buscado había salido. Negoció con ellos, afuera, para que nos dejaran libres. Quién sabe por qué los sombrerudos decidieron hacernos una valla. No fue muy tranquilizante pasar por entre ellos (sus ojos inexpresivos nos veían con fijeza), pero sí fue bueno estar afuera, ya, rumbo al coche.
—¿Adónde van? —me dijo al alcanzarme uno de los organizadores—, hay una cena especial para ustedes.
Volví la vista hacia mis acompañantes.
—¿Quieren ir?
Las dos me dijeron sin asomo de dudas.
—No queremos cenar, queremos irnos a la casa.
Y donde manda capitán...

***
El famoso libro Cartas a Theo, que contiene las misivas, algunas muy breves, que Vincent Van Gogh escribió a su hermano ha sido parodiado brillantemente por Woody Allen en su colección de relatos y obras de teatro Sin plumas (Tusquets, 1976). Con el larguísimo título “Si los impresionistas hubieran sido dentistas (una fantasía que explora la transposición de temperamento)” Allen escribe, en tono cómico, las cartas que Van Gogh hubiera escrito si, en lugar del gran pintor que fue, hubiera sido dentista. En ésta se refiere a las razones por las que se cortó una oreja (p. 163): “Querido Theo: Sí, es cierto. La oreja que venden en Fleishman y Hermanos es mía. Ya sé que he cometido una estupidez, pero quería regalarle algo a Clara por su cumpleaños el sábado último y estaba todo cerrado. Oh, en fin. Hay veces que hubiera querido haberle hecho caso a papá y ser pintor. No es que resulte muy emocionante, pero se lleva una vida metódica. Vincent”.

***
Pese a las historias sobre la cotidianidad oriental que parecen anular a la mujer, volverla objeto, los chinos en sus ideogramas, que es su modo de escribir, dan a las mujeres sólo significados positivos. Carlos Prieto (Cinco mil años de palabras, Fondo de Cultura Económica, 2005:229) dice: “La palabra bueno (o ser bueno) consta de dos caracteres. El primero, , significa mujer; el segundo, zi, niño o niña. El ideograma representado por mujer y su hijo significa, pues, bueno, o ser bueno, o bien. La palabra paz se escribe con el carácter mujer bajo un techo”.

Ilustración: Manuel Velázquez.

Contactos: hectorcortesm@hotmail.com

El Canshape (VII)

·Conejo y Tapachulteco ·Cae mal ·Ya, ya pasó ·Un canto sin fronteras

Esta semana presentaron a tres mujeres que serán operadoras del Conejobús. Raúl Serrano Aramoni, director general del Sistema de Transporte Urbano de Tuxtla S.A. de C.V., dijo que no se trata de desplazar a los compañeros varones, sino brindar igualdad de oportunidades laborares en una empresa que ofrece todas las prestaciones de ley. La exigencia será igual, pues tendrán que cumplir con los estándares de calidad requeridos para brindar un mejor servicio cada día. Adelantó que pronto instalarán cámaras de vigilancia y botones de emergencia o pánico en las unidades para garantizar la seguridad de los usuarios. Es importante hacer mención que desde la puesta en marcha del Conejobús los índices de accidentes viales han disminuido considerablemente, pues antes se registraban cerca de 80 percances por mes, entre la ruta 1 y 2, y hoy sólo se tiene conocimiento de dos, sin que la culpa haya sido de los operadores. En lo referente a la situación económica de la empresa, se desmintió que se tengan problemas y menos que los socios estén inconformes, se les ha pagado en tiempo y forma, y no se ha hecho uso de ningún tipo de subsidio… En Tapachula ya no se llamará Hucalerobús, sino Tapachultecobús, debido a que a algunos no les parecía muy simpático el primer nombre; no obstante, los habitantes de la Perla del Soconusco ya se habían hecho a la idea de su huaca, aunque también pudo llamarse Perlabús.

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“Pásele a tirar mierda a Diego”, tituló Ciro Gómez Leyva su columna —La historia en breve— de hace un par de días. Esto me llamó fuertemente la atención porque eso parece. La desventura por la que atraviesa un ciudadano es motivo de festejo para muchos. Cuál es su pecado. Ser millonario, y, quizá, soberbio. Pero quién no lo es, soberbio, claro, porque millonarios ni aunque trabajemos 25 horas al día.
Se imagina, que uno corriera la misma suerte por ser cae mal. Tuxtla estaría despoblada. Hace tiempo que sólo hubieran encontrado mi camioneta cerca de mi rancho, si los tuviera.
Diego Fernández de Cevallos no es en este momento más que el personaje producto de su paso por la política, su personalidad polémica, y su desenfado en aceptar su riqueza producto de su carrera como abogado. Es en todo caso una celebridad, no un candidato a la presidencia de la república, diputado o senador. No veo, entonces, porqué muchos hacen un recuento de sus “fechorías” como justificando su levantón. Porqué pensar que se lo tenía merecido. Es un ser humano que tiene una familia angustiada y esperando su retorno.
Hay dos cosas claras: si lo hubieran querido matar, dejan tirado su cuerpo en plena calle. Si lo que querían era dinero, quién mejor que él para negociar, ya se hubiera pagado el rescate con absoluta discreción.
¿Se traería otras cosas entre manos, o entre barbas, el Jefe Diego?

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La Coparmex-Chiapas quiere quitarle el miedo a sus afiliados. Para ello trajo al popular economista Erik Guerrero Rosas para decirles casi al oído “ya, ya pasó”. Asegura que las secuelas de la crisis económica mundial registrada el año pasado no son precisamente en los bolsillos sino en la mente. “El miedo se apoderó de los mercados en 2009, un año después, aunque la economía se esté recuperando, los hombres de negocios viven en la incertidumbre y el pesimismo, exageramos todo y nos hundimos en la depresión”. Según Mitofsky, 86 de cada 100 mexicanos consideran que el panorama de 2010 es peor que el de 2009. No obstante, vienen vacas gordas, asegura el conferencista, así que le recomendó a los chiapanecos ahorrar e invertir en propiedades, para cuando haya otra crisis no se sienta tanto.

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Si viviera Rosario Castellanos sería una de las abuelitas más inteligentes y con más nietos de Chiapas (todos querríamos emparentarnos). En vísperas del aniversario 85 de su natalicio, el Coneculta, en coordinación con el colectivo La décima musa, invitan a “Un canto sin fronteras”, del 24 al 26 de mayo, donde se llevará a cabo la presentación del libro Rosario Castellanos, su presencia en la antropología mexicana, de Carlos Navarrete (26 de mayo, 19 horas); la presentación de la revista “Canto sin Fronteras”, de La décima musa, publicación con un excelente cuidado editorial que representa el sueño materializado del colectivo de escritoras, históricamente el tiraje es de 5 mil ejemplares (27 de mayo, 19 horas); y la conferencia “Rosario Castellanos: Inteligencia y sensibilidad”, con la escritora Dolores Castro, entrañable amiga de la poetisa comiteca (11 horas). Todas las actividades se desarrollarán en el Auditorio General del Centro Cultural Jaime Sabines.

Contactos:
roraquiar@hotmail.com
961 117 3606