¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito
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martes, 17 de agosto de 2010

De Memorial de la montaña

El jaguar es un soñador

Este canto es la conciencia puesta al desnudo desde el corazón profundo de todas las edades del hombre: Manuel Ruiseñor

El canto único de la selva inicia en pulmones
y se vuelve el concierto más sonoro del mundo

Entre julio y noviembre, el llanto del jaguar herido se oculta bajo el torrencial aguacero que lava las cañadas, afila la cima de las montañas y enverdece la casa de los bejucos. Cuando el gran felino soberano entristece los niños mueren y se enferman las mujeres, hasta los pájaros deciden no volar. Su nostalgia se acentúa en la selva al contemplar una ceiba caída a la mitad de sus veredas, truncada su gran sombra no por el peso natural de los años de árbol, sino por dientes de hierro que carcomieron su carnaza y siguen mutilando, entre la hojarasca, su cuerpo milenario.

¿Serán las lluvias que traen desgracias?, se pregunta el poeta Wlbester Alemán, creador de este universo telúrico y de fábula donde el guardián mítico, el jaguar, intenta responder las preguntas fundamentales de la existencia y hace gala de su territorio controlado. Pero no está solo, durante este recorrido se descubren las huellas de pecaríes, ocelotes y armadillos; a lo lejos, manadas de saraguatos roncan dejando en el eco dudas y entre la espesura del verde floreciente ojos mayas espían.

Memorial de la montaña, poemario claro como los lomos de un río vivo, nos hace vestir, a través del lirismo y la épica, la piel pirograbada de Balam, la deidad de ojos de miel que odia el fuego que divisa a lo lejos: un mar de llamas quemando hierbas, montes, nauyacas, iguanas, conejos y quetzales ahogados en densas humaredas. El corazón de la tierra arde, brumosa es la tristeza de sierras y cañadas. Es el mal o buen designio de Xibalbá. Entonces, el poeta vuelve a preguntar: ¿cómo atajarte muerte, si a cada paso tumbas mis lunas?

Pero el jaguar-hombre se tiene que aguantar como los meros hombres-jaguar, porque sólo a la lluvia se le permite llorar tanto, llorar las penas del mundo, a la selva y sus crianzas. En este punto ni los antiguos dioses mayas pueden darle consuelo, porque su corazón es atravesado por lanzas para colgarlo con lianas de la ceiba negra del mal. Así sucede su muerte tan temprana.

Este libro de plena madurez literaria, dice Manuel Ruiseñor, nos habla de ese animal solitario, huérfano entre el rito y la alabanza, entre la vida y la muerte, que es el hombre mismo, que somos todos. Es un llamado a tiempo para intentar salvar al mundo:
Entonces, pues, buen hombre.
Entonces, pues, mal hombre.
¿Acaso tú eres el único animal sobre la tierra que siente, sufre, llora, vive, muere?
¿Acaso querrás que la tierra y la vida se despeñen de un tajo?
¿Acaso querrás que se abran para siempre las siete puertas del Xibalbá?

Texto construido con las imágenes del poemario.

miércoles, 10 de febrero de 2010


Los videojuegos
me han enseñado:
Marco Antonio Aquino Arcila

  • Que no importa cuántas veces pierda… siempre puedo continuar.

  • Que las estrellas se pueden alcanzar.

  • A no discriminar, porque un animal, un hada o un hongo pueden darte consejos que orienten tu rumbo.

  • Que las únicas sendas seguras son hacia adelante y arriba.

  • Que el poder, arma o invulnerabilidad pronto se acaban.

  • Que los músculos no hacen al héroe, sino la determinación y la habilidad para esquivar obstáculos.

  • Que las armas, como los dones, sólo llegan al su máximo potencial en la medida que progresas.

  • Que las monedas no son lo más importante, sólo son adornos del camino o puntos con los cuales comprar accesorios que tal vez no usarás.

  • Que las batallas no se ganan sólo a golpes… hay rutas alternas y niveles a elegir.

lunes, 18 de enero de 2010

Viaje astral o algo parecido


A la luz parpadeante de la noche

¿Te has preguntado por qué a veces los grillos silencian su concierto? ¿Por qué el viento se oculta en los troncos huecos de los árboles y las hojas secas lucen abandonadas en el camino nocturno? ¿Por qué los porqués, te has preguntado?

Te diré: Hay noches (no todas) en que mi pensamiento se desprende de la cabeza del cuerpo que habito y como enorme perro negro —con brillantes ojos que crepitan, con saliva ardiente que derrite rocas, con pesados pasos que revientan sompopos— va, gran galgo, en tu búsqueda.

Esas noches los elementos de la tierra evitan dar señas de existencia. Buscan con ansias el mimetismo de la transparencia, la irrelevancia del polvo, pues temen ser consumidos por la lumbrera de los ojos caninos, deshidratados por la sauna de su aliento, preñados por las ansias de su sexo.

En su carrera bandida, se lacera la piel en las espinas de los arbustos, en las astillas de los troncos, en los alambres de los corrales, en las puntas de las estrellas.

Cuando pasa por los pueblos semidormidos escucha ladridos menores a los que eventualmente responde. Asusta a los borrachos que duermen en los parques. Busca las periferias donde las mujeres aún salen a jugar con Selene a media noche, ¿has escuchado que algunas se embarazan con la luna?, pues es verdad.

¿Has sentido cómo el viento helado de tu rumbo se cuela por las ventanas cerradas? Es mi perro que ha llegado. ¿Has sentido cómo una presencia respira a tu lado? Es mi perro que te ha encontrado. No temas, no es a ti a quien busca exactamente, sino a tu pensamiento que es una perra blanca magnífica, de pelaje fino.

No sé qué encuentra mi perro en tu perra, pero después de la batalla el pensamiento regresa a casa, convertido en un cachorro tímido, a lamerse las heridas.