¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

miércoles, 13 de abril de 2011

Si quieres morir al ISSSTE debes ir

Conrado Filadelfo de León Castillo muestra el formato de cita para el 26 de julio de 2010 que le dieron en el ISSSTE, dado su padecimiento no hubiera llegado jamás.

**Treinta años de puntuales contribuciones no fueron suficientes para que atendieran bien a un derechohabiente**

¡Si quieres morir al ISSSTE debes ir, si quieres morir al ISSSTE debes ir! Esta clásica consigna de los maestros al manifestarse por el mal servicio y la falta de medicamentos en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado no le parecerá exagerada cuando conozca este caso en el que, de nueva cuenta, la ineptitud de algunos trabajadores puso en riesgo la vida de un derechohabiente:
Conrado Filadelfo de León Castillo está afiliado al ISSSTE desde hace casi 30 años, entró a trabajar al magisterio en septiembre de 1981, y durante este tiempo "gracias a Dios" no había tenido que hacer uso de los servicios más que para obtener pastillas contra la hipertensión, de las que por cierto "casi nunca hay, o al menos a mí me las han negado y ai tengo que andar dando vueltas para conseguirlas", es por eso que se pregunta todo el tiempo "a dónde van a parar mis cuotas (casi mil pesos quincenales), que puntualmente me descuentan, y no sólo las mías sino la de los miles y miles de trabajadores más. Es para que fuera un servicio de los mejores del mundo, porque todos aportamos aunque no lo necesitemos".
Recientemente, para ser precisos el 28 de marzo, Conrado se empezó a sentir mal: molestias en las anginas y reflujo constante, al grado de la obstrucción del aire para respirar. Fue, entonces, en compañía de su mujer e hijas, directo al área de urgencias. Ahí, en una silla, con suero, lo hicieron esperar en un área común donde había otros tantos enfermos y era atendido por médicos neófitos y desinteresados. Al cabo de unas horas le dijeron que no era nada, que regresara a su casa. Así lo hizo.
Al día siguiente se volvió a sentir mal y repitió la operación: Me ahogo, susto, urgencias, suero, no es nada. Así ocurrió dos ocasiones más, en las que "para no dejar" le programaron una cita "para julio" con un especialista de la institución. Pero como el malestar no puede esperar, lo sacaron de esa sala diminuta en donde a nadie parecía importarle lo que le pasaba, y lo llevaron de urgencia al hospital privado Metropolitano, donde le hicieron los estudios necesarios que indicaron una seria complicación de una hernia hiatal que había que operar ya. Para tal efecto fue trasladado al Hospital Militar donde finalmente lo intervinieron.
Por si esto fuera poco, al solicitarle a Gilberto González Velasco, coordinador médico de Medicina General del ISSSTE —a quien calificaron de "pesado para tratar a la gente"—, la procedente incapacidad y el reembolso de lo gastado (poco más de 30 mil pesos, entre medicamentos, hospitalización y cirugía), éste se atrevió a decir que "el resumen clínico del Hospital Militar estaba mal, que no servía, cuando es conocido por todos que los militares son los más escrupulosos en su trabajo" y que necesitaba el recibo de honorarios original "lo que es un absurdo, porque todo mundo da copia". En síntesis: No lo atendieron en lo médico como correspondía, poniendo en riesgo su vida, y ahora no lo atienden en lo administrativo como corresponde, poniendo en riesgo su economía.
Finalmente, Conrado de León pide que Ricardo Aguilar Gordillo, delegado del ISSSTE, y Juan Carlos Mora López, director del Hospital General Belisario Domínguez, atiendan estas deficiencias que no sólo ensucian la imagen de la institución, sino ponen en verdadero riesgo la vida de las personas. 

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