La vida de la autora de Balún Canán es el mejor alegato para que todas las mujeres que tienen vocación creativa confíen en sí mismas: Poniatowska
Lucía Sarauz Gutiérrez
Al recibir la Medalla Rosario Castellanos, máximo galardón que otorga el Congreso del Estado de Chiapas, y convertirse en la primera mujer en ostentar la presea que honra la memoria de la más importante escritora mexicana, chiapaneca, del siglo XX, Elena Poniatowska Amor confesó que le debe mucho a Chiapas.
Dijo que desde hace 50 años recibe dones de Chiapas: “No sólo cántaros, tejidos, libros de poesía del taller Leñateros, sino lecciones de vida. Hace 30 años, también, Susana Alexander y yo venimos a Ocosingo a dar una conferencia sobre las mujeres que escriben, y al final, un muchacho de ojos muy inteligentes, debajo de su sombrero campesino, reclamó ‘se le olvidó a usted el segundo sueño de Sor Juana Inés de la Cruz’, y sin más empezó a decirlo de memoria mejor que Jesusa Rodríguez, aquí presente.
“Después de asistir a encuentros, conferencias en Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal y Comitán e, incluso, en la Selva Lacandona, en la que hablan los venados, los quetzales y los saraguatos. Admiré Palenque, Bonampak, Yaxchilán, Toniná, Izapa, pero lo que más me llamó la atención fue comprobar que en todo está la figura de Rosario Castellanos, la figura entrañable, esta niña que siempre acudió a los recursos de su imaginación y de joven fue confinada en un hospital para tuberculosos, después de haber servido en el Instituto Nacional Indigenista que protegía a los lacandones.
“Rosario le dio vida a una marioneta, Petul, que animaba a los niños a lavarse los dientes. Sus personajes fueron el cepillo, el peine, el agua y el jabón. Además de escribir los textos para el Teatro Petul y de sanear toda la Sierra, Rosario tramó sus dos novelas y sus libros de cuentos que ahora son la esencia de Chiapas. Extraordinaria maestra. Sus clases de las cuatro de la tarde en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM sustituían lo que otros convertían en siestas, y ella, reloj-alarma, despertaba conciencias y formaba vocaciones.”
Rosario tendría hoy 85 años, puesto que nació el 25 de mayo de 1925. Elenita, como se le dice de cariño, dijo que la juventud de la escritora comiteca fue solitaria, como la de las mujeres de provincia que en los 40 soportaban unas costumbres muy rígidas que condenaban el amor y la entrega como un pecado sin redención. Por eso Rosario se evadió de la soledad por el trabajo y eso la hizo sentirse solidaria con los demás y concentrarse en algo abstracto que no la lastimara, como más tarde lo haría el amor y la convivencia.
La obra de Castellanos fue una autobiografía que ella exhibió sin esconder siquiera una traqueotomía. Su vida es el mejor alegato para que todas las mujeres que tienen vocación creativa confíen en sí mismas, invitó la autora del célebre libro La Noche de Tlatelolco.
La Medalla Rosario Castellanos con que se honra en este 2010 a Elena Poniatowska Amor no es sólo una distinción, dijo, sino un compromiso que invita a ser el árbol de los pájaros que ya no cantan, “porque en nuestro país la única voz que se escucha es la de las armas”, y continuar con el trabajo que la escritora chiapaneca inició: buscar que esta vida no sea desdichada.
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