¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

martes, 6 de septiembre de 2011

Improvisación pura a escena


La memoria privilegiada de Héctor Cortés Mandujano hilvana acontecimientos reales con versos y fragmentos de cuentos y novelas importantes

Desmenuzar el neologismo inventado por Héctor Cortés Mandujano para nombrar a su singular y novedosa manera de hacer teatro no es complicado en realidad: Liteatro = Literatura + Teatro. Lo que resulta difícil de comprender, aun presenciándolo, es el hecho de que lo que vemos en escena no está escrito. Es la memoria privilegiada que hilvana acontecimientos reales con versos y fragmentos de cuentos y novelas importantes. Con la luz fija en el hombre de pie (del anglicismo stand-up) o en completa oscuridad, acudimos a la narración e improvisación de una historia despojada de ornamentas, desnuda, que logra casi invariablemente interesar al público.

—¿Cómo llegas a esta invención?
—La idea, como todas las que se te pueden ocurrir, se dio por una circunstancia azarosa.  Hace muchos años, cuando mi hija estaba en secundaria —o sea que ya tiene mucho tiempo— y a sabiendas de yo era su papá, me invitaron a impartir una charla a los chavos sobre lo que es el cuento. Pensé que sería sólo un grupo, pero me sorprendí al ver un auditorio lleno. De modo que si les empezaba a tirar ondas técnicas, ellos empezarían a tirarme bolitas de papel o se quedarían dormidos. Así que decidí compartirles lo que en ese momento podía enseñarles a través de la invención de un cuento sobre la marcha. En ese momento estaba ronco y derive una historia un poco absurda sobre mi ronquera y para complementar recordé un fragmento de Don Segundo Sombra, que es una novela rural argentina de Ricardo Güiraldes, que habla sobre la miseria del mundo. Y ahí, sentado, en tono de conferencia, sin leer nada, ante el silencio y suspenso de los muchachos, descubrí que las historias despojadas de artificios podían interesarle incluso al espectador menos entrenado. Luego lo hice en otras ocasiones con resultados favorables. Enlazando mi vocación y experiencia teatral con lo literario se dieron combinaciones raras como mi primero amor infantil con un poema de Jorge Luis Borges o la vida de mi madre con las Mil y una noches.

***
Héctor dice: “Llegó la noche y la niña se acostó a dormir”. La niña que está con él en escena se acuesta. Jorge, que maneja la luz, apaga todo. Justo en ese momento, en la calle, alguien hace sonar una carrillera de triques. Héctor dice: “La niña se despertó de inmediato porque en la calle hubo una tronazón, como de triques; ya era de día”. Jorge enciende la luz. La gente ríe.

Sin dirección
—Platícame de tu Liteatro en el escenario de La puerta abierta.
—Jorge Zárate, quien dirige este centro independiente, insistía que en que hiciera teatro con él. Ya antes habíamos trabajado juntos, yo como director y él como actor, y con esa confianza que nos tenemos le dije que no tenía tiempo para ensayos y que involucrar a otras personas requeriría memorización y especificaciones técnicas. Le detallé: voy a contar una historia desde el escenario, con los recursos que tengo como actor, pero no va a ser un texto teatral sino literario, es decir, que no fue pensado para ser montado. Como al principio le costó entender del todo el hecho de llevar a escena algo que no requería dirección —precisamente por su formación como director— le dije: si quieres te hago una demostración en este momento:

***
Héctor: Y en ese instante apareció Satanás en persona.
Y se apaga la luz.
Héctor habla a Jorge desde la oscuridad: Jorge, digo que se apareció el diablo, pero no es necesario que apagues la luz.
Jorge: No la apagué.
Héctor: ¿No?, pues enciéndela.
Jorge: No puedo, algo pasó.
Héctor se calla y se escuchan los sonidos de Jorge que intenta encender la luz. Deja de hacerlo. Todos en La Puerta Abierta son un solo silencio.

Varios de pie
—¿Cómo se integró el escuadrón que te acompaña?
—Bueno, cuando le hice la propuesta a Jorge, dos de los Puertas me preguntaron si podían subir conmigo al escenario. Uno de ellos me dijo que estaba haciendo algo de mímica y el otro que estudiaba música. Les dije que estaba bien pero que la única condición era que no ensayáramos nada. Hagan lo que quieran y vayamos viendo qué resulta de esta combinación. La esencia de Liteatro es la improvisación pura, les dije, de modo que cada uno aporte su creatividad, talento y experiencia. La sinergia se fue asentando con cada ejercicio. Incluso la iluminación que maneja Jorge se volvió un aspecto muy importante. Finalmente lo hicimos y tuvimos un éxito inusitado, con el teatrito realmente lleno. Nadia, mi hija, estuvo presente en una de esas funciones y, como se divirtió mucho, quiso participar; desde entonces es mi eterna compañera, a ella debemos el toque femenino, que ha funcionado muy bien.

***
Héctor cuenta sobre un cisne blanco que vuela y Nadia se pone de inmediato unas alas de utilería. El vuelo errático, dice, empieza a descender hasta que el ave cae muerta. Nadia cae. Un niño desde el público dice:
Eso no es un cisne. ¡Es una mariposa!
No, niño insiste Héctor, es un cisne.
Otra niña espectadora interviene:
No, es un ángel.
Sí, sí dice otro, parece un ángel.
Miren, niños explica Héctor, conciliatoriamente, agradezco sus ideas. Esto no es un cisne ni una mariposa ni un ángel. Es Nadia que se puso unas alas falsas y que ahora está en el piso esperando que yo siga contando la historia para que pueda levantarse. Si les parece, pongámonos de acuerdo: es una muchacha con alas, pero para efectos de esta historia que les cuento es un cisne blanco, ¿estamos de acuerdo?
Sí, dicen los niños.
Continúa.


Retribución social
Como parte de la retribución social del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA 2010), en la categoría de Creadores con trayectoria, Héctor Cortés Mandujano desarrolló cinco Liteatros distintos:
-Miseria, Dios y el Diablo (Un poema de Fernando Pessoa y un fragmento de la novela Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes).
-Tesoro del duende (Fragmento de un poema de Octavio Paz, una historia incluida en la Metamorfosis de Ovidio y un cuento de HCM.
-Carmen y el Cadejo (Cuento Carmen y el Cadejo, de HCM, y poema “El Cadejo”, de Efraín Bartolomé).
-El compañero de viaje (Cuento, no infantil, de Hans Cristian Andersen, y un poema de César Vallejo).
-El inmortal (Cuento El inmortal, de Jorge Luis Borges y fragmentos del poema “Muerte sin fin”, de José Gorostiza.

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