Valls universitario
Para nadie es un secreto que desde que Roberto Domínguez Castellano asumió la rectoría de la Unicach el crecimiento se dio a pasos agigantados. Al comenzar su encargo al frente de la institución heredera de la vocación cultural y científica primero del Ateneo y luego del Icach, se encontró con recursos que desde el 2005 no se habían utilizado, y de inmediato comenzó a definir la inversión en mejoramiento y crecimiento de los espacios universitarios. Cuando el recurso se terminó, no se quedó cruzado de brazos y empezó una incansable gestión que aún no termina y que ha hecho de la universidad una institución sana, con mucho potencial y con un rumbo definido. Cómo se logró esto. Bueno, es porque Domínguez Castellanos es un estratega, que se ha formado en el mundo político y que sabe lo que es representar los intereses colectivos.
Lo anterior sale a colación porque una historia similar se puede dar en la Unach si llega a la rectoría Jaime Valls Esponda. Este político ha mostrado ser un buen administrador y gestor de recursos, que ha puesto a la capital chiapaneca en lo foros más importantes del país y del mundo.
Desde luego que no sólo el dinero importa, sino la calidad de los programas educativos y para eso hay que recordar que la universidad cuenta con el recurso humano suficiente, cuerpos académicos acreditados que pueden encontrar el respaldo necesario para sus investigaciones y demás proyectos si se cuenta con la proyección institucional adecuada. Si en términos generales condujo bien a una ciudad capital, se puede pensar que hará algo significativo por una ciudad universitaria.
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Desde luego esto no es cosa de juego, pero por la similitud no podemos dejar de decir que al joven hijo del primer regidor villaflorense Narbel Aguilar Cruz le pasó por fortuna lo que a Caperucita roja: fue rescatado por un leñador.
Obet Aguilar Solís, de 17 años de edad, fue secuestrado la noche del viernes pasado por un grupo de hasta el momento desconocidos que con lujo de violencia lo levantaron en las inmediaciones del ejido Cuauhtémoc, donde vive con su familia.
Para evitar cualquier sorpresa, los delincuentes llevaron a Obet a una montaña y lo ataron de pies y manos, además de amordazarlo y dejarlo oculto entre algunos matorrales. De inmediato se comunicaron con la familia de la víctima para solicitar 350 mil pesos si lo querían de vuelta.
Fueron horas de incertidumbre para la angustiada familia, que hizo lo correcto al dar parte a la Fiscalía Especial contra la Delincuencia Organizada para que de inmediato iniciara la búsqueda; horas de riesgo para el menor que podía ser atacado por bichos y fieras de la montaña; horas de relamerse los bigotes por parte de los maleante que ya se hacían con la paga en la mano. Así las cosas durante toda esa noche.
Pero nadie contaba con la buena fortuna, la voluntad de Dios que a veces se disfraza de alegres coincidencias, pues Obet fue encontrado por un campesino que a primeras horas del sábado, cuando subió a recolectar leña, que vio al bulto, se acercó y lo liberó. Esto distingue a los campesinos, la mayoría se encuentra alejada del egoísmo, pues cualquier otro hubiera dicho éste no es mi problema y mejor no me meto.
Cuando Aguilar Solís se reunió con sus familiares, los secuestradores hablaron para exigir su pago, obviamente desconociendo lo que pasó con el leñador, pero se llevaron un chasco. Pudo ser ésta una buena oportunidad para tenderles una trampa, pero en esos momentos, supongo, es difícil pensar con claridad y lo menos que se quiere es tener más contacto con este tipo de gente.
Y aunque no es cosa de juego, a este joven le pasó, para su fortuna, lo que a Caperucita roja: fue rescatado por un leñador.
*El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico.
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