¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

martes, 2 de noviembre de 2010

El Canshape (XXVI)

Día de todos los halloweens

La festividad del Día de muertos sigue viva en México, en Chiapas, pero no se sabe por cuánto tiempo más, porque aunque se ha insistido en la importancia de preservar las tradiciones y evitar extranjerismo o modas comerciales que las desplacen, el halloween tiene cada vez más presencia en nuestra tierra.
Los recientes festejos me dieron la oportunidad de observar esta invasión: la noche del 01 de noviembre las calles tuxtlecas fueron invadidas por hordas de monstruos enanos que pedían “calabacita, tía”. Disfraces de personajes que saltaron del cine o de las novelas de ciencia ficción, de hule o tela, de pluma y pelo, de mocos verdes y ojos con sangre, de linduras indescriptibles, irrumpían las casas pidiendo dulces y dinero: lo gringo en su máxima expresión bajo la triste mirada de una de la noches más mexicanas.
Los adornos ya no son veladoras, frutas colgadas, papel picado, flores de todos los colores; son calabazas con focos adentro, estampas de vampiros, brujas, momias y hombres lobos. Los padres acompañan a los niños que sin duda se divierten, pero van creciendo en una cultura de consumismo —la mayor cantidad de dulces recolectados, el disfraz más elaborado, tienen mayor reconocimiento social—, alterna a la de los que aún elaboran altares en sus hogares, realizan rezos, visitan a sus difuntos en el panteón y se embriagan con tequila.
Sospecho que esta generación de padres “modernos y de onda” será la última, por lo menos en la ciudad —los pueblos son más reacios a las modas—, que tenga presente nuestra ancestral tradición. El boom de los medios de comunicación, la internet como detonador, casi obliga a cada persona a vivir en la aldea global, facilita la triste transición. Pronto recordaremos, en un altar con frutas de plástico made in China y hamburguesas McDonald’s, la muerte de nuestra tradición.

***
Lo que nos hace falta a los jóvenes es la visión de prepararnos para ser empresarios y no para buscar empleo, opina Carlos Kasuga Osaka, director general de Yakult SA de CV. Dice que Japón es un país del tamaño de Chihuahua y Aguascalientes juntos, pero tiene 124 millones de habitantes, los 10 bancos más grandes del mundo, el índice educativo y de longevidad más alto, el índice de criminalidad más bajo y su producto nacional es igual a la de Francia, Inglaterra y Alemania juntos.
¿A qué se debe esa gran productivad?
El empresario mexicano de padres japoneses comparte, en un foro universitario, algunos consejos que tienen que ver con la educación, la disciplina y la actitud con la vida misma. Dice, por ejemplo, que mientras los trabajadores mexicanos presentan pliego de peticiones, los sindicatos japoneses presentan pliego de ofrecimientos. Pequeña pero gran diferencia.
¿A qué se refiere?, podrá preguntarse generoso lector. A que si fabrican mil Datsun, por decir algo, ofrecen fabricar mil 200 el año entrante, entonces ¿qué ofrece la empresa? Si tienen cinco por ciento de errores en la producción, ofrecen reducirlo al tres por ciento, ¿qué ofrece la empresa?
En cambio en México se piden más días no laborables, más vacaciones, más aguinaldo, que el cumpleaños lo paguen triple y no trabajarlo.
Dígame, entonces, así cómo se puede esperar crecimiento de las empresas y por tanto mayor desarrollo económico del país.

*El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico.


roraquiar@hotmail.com
961 111 58 69

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