¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

miércoles, 6 de octubre de 2010

El Canshape (XIX)

Foto: René Araujo

Noquis: su parque y su premio

Enoch Cancino Casahonda fue y sigue siendo un sanador. Alivió en vida muchos dolores del cuerpo, porque su formación como médico le dio las herramientas necesarias para hacerlo; con su poesía curó, además, el espíritu de los seres acongojados, aquellos que se hunden en la soledad más espesa, donde sólo la luz de un verso honesto puede mostrar el camino de vuelta.
Este año, el 03 de marzo, su espíritu dejó el cuerpo cansado, pero se sigue regocijando en los versos que escribió motivado por la experiencia de estar vivo. Noquis, a diferencia de otros bardos que ven en la muerte su gran fuente de inspiración, le cantó a la vida. En su obra hay una infinita alegría por ver la luz del día, por amar a la mujer, por tener amigos, por beber vino. Como buen médico, motivó en sus semejantes las ganas de seguir viviendo.
De ahí que, con motivo de su cumpleaños 82, este 06 de octubre, se inaugurara el parque de patinaje y bici-cross Noquis, justo por donde inicia el libramiento norte, de poniente a oriente, adelantito del motel Álamos, con lo que su nombre queda grabado a la ciudad que lo vio nacer en 1928, y se cubre la demanda de los jóvenes que practican estos deportes, pues tendrán instalaciones apropiadas y no estarán más improvisando en las calles. Bien por el homenaje y bien por el nuevo espacio.

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Para sorpresa del propio ganador y seguramente para sorpresa de muchos más, el Premio Estatal de Poesía Enoch Cancino Casahonda, en su inauguración, es para Hernán León Velasco. Bajo el seudónimo de Galileo Galilei participó con el poemario Rostros del mar, que el jurado, encabezado por Roberto López Moreno, consideró con los méritos suficientes para sustentar la distinción.
—Entré a participar al concurso —comenta el galardonado— porque la figura de Noquis me motivó, él es el representante de la poesía épica de nuestro estado, porque escribe la epopeya de Chiapas en su canto, y con esa ternura y esa humildad metí mi trabajo que resultó ganador. Creo que con este premio ganamos todos, porque fuimos inspirados por el argumento de este gran poeta, y digo ganamos porque siempre que se compite se perfecciona el entretejido de las letras.
Seguramente esta designación dará de qué hablar, como ocurrió cuando este mismo personaje ganó en octubre de 2009 el Premio Armando Duvalier a obra inédita, entregado por la Asociación de Poetas y Escritores Chiapanecos. Finalmente, el que ocupa este comentario es un concurso formal, con bases, con jurado, en memoria de un gran poeta, no un caprichito de grupos. Quizá la convocatoria fue repentina y con poco tiempo, pero eso no resta el mérito que puede tener la obra ganadora, usted juzgue:
Qué fue la vida / un pedazo del tiempo enloquecido / en el estricto horario de los días, los años y los sueños / Y nosotros los sin nadie / corriendo afligidos tras los honores y las glorias / tras el pan que te has de comer / y el trago que te ha de saciar / Necios / agotados por costumbre / sin aceptar la fecha de la partida / ni el número de las canas / pero te has de purificar en la muerte / bendita muerte / qué bueno es morirse a ratos / para reconocer que es buena, dulce, apacible / burlona de nuestro miedo / Qué bueno cuando no tienes ganas de despertar / es tu muerte / la perdonas, canalla / la que picotea tus ojos con flores / y embalsama tu ira…

roraquiar@hotmail.com
961 111 58 69

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