De lo que sí acuso a Chaíno
Meterse en asuntos de índole judicial es meterse en asuntos pantanosos donde lo que parece no es y donde hay oros que brillan más que otros, pero considero obligación moral para con el lector comentar sobre el tema del momento.
No sé a ciencia cierta qué tan pegada a la realidad es la versión del agredido, no lo conozco personalmente y por lo mismo no tengo nada a su favor y por supuesto nada en su contra, lo cierto es que hay inconsistencias que finalmente las autoridades tendrán que esclarecer.
No dudo, claro, que las heridas existan y que duelen y que se hace necesario castigar al agresor, un agresor más con el perfil de junior ebrio, que de golpeador a sueldo.
Si los animales resienten el dolor de su especie, los hombres tendríamos más que indignarnos por las injusticias cometidas contra nuestros prójimos. Nadie merece se atente contra su integridad física. Es más, ni los luchadores fuera del cuadrilátero tienen ganado siquiera un zape quedito, menos quienes están situados en el plano de las ideas, la noble labor de informar y de criticar.
Por eso condenamos la agresión contra el comunicador como condenaríamos la agresión a cualquier otra persona que sin deberla ni temerla sale a disfrutar un momento de esparcimiento en compañía de amigos.
Pero me parece que a Chaíno no hay que apuntar, a él se le puede acusar de ser combatiente en el plano informativo, de presumir ser heredero del único reducto zapatista en el Sureste de México, de ser un activista hasta el protagonismo en las redes sociales, de tener quizá un póster grande del Che Guevara en lugar de un Cristo crucificado en su cabecera, de hablar hasta por los codos y las rodillas, de ser impuntual, incluso de cometer la mayoría de los pecados capitales, pero no de agredir a otra persona.
Parafraseando una frase que le gusta, repite mucho y que muestra en gran medida su tolerancia, podría concluir: Chaíno podrá estar o no de acuerdo con lo que se dice —incluso con lo que se dice de él—, pero al menos tenemos la certeza de que defenderá el derecho a decirlo.
Pongosh
Del compañero Marco Antonio Alvarado: “¿Cómo es que Isaín Mandujano tuvo el recurso y las agallas para orquestar el ataque contra un comunicador del Sistema Chiapaneco de Radio, Televisión y Cinematografía y encargado del área de comunicación de la Unach? ¿Qué poderosos motivos lo envalentonaron a sabiendas de que todo el aparato de Estado actuaría en su contra? ¿Existen elementos suficientes para probar los dichos de Jacobo Elnecavé Luttmann, quien de acuerdo a lo difundido por la PGJE, convalece de una herida en el rostro y un traumatismo craneoencefálico? ¿Quién gana mostrando esto como la venganza de un periodista que pasó del terreno de las ideas y el debate a la acción criminal? ¿Por qué el encargado de dañar a Luttmann le recitó los datos necesarios para identificar a sus supuestos agresores y en ese momento nadie hizo nada por detenerlo? Para quienes lo conocemos resulta sorpresivo enterarnos de la “peligrosidad” de Chaino, reportero acostumbrado a los embates por su forma muy particular de perseguir la noticia. Particularmente podríamos acusarlo, como alguna vez lo definió Rodrigo Aquino, de hablar “como si un jabalí pegara tropel pa`l monte”, de formular cuanta pregunta incómoda viene a su mente y romper con el orden de las ruedas de prensa con el único afán de conseguir su noticia. Pero de eso a ser una mente criminal hay un largo camino. Por otra parte, ¿Acaso nada pudieron hacer quienes acompañaban a Elnecavé Luttmann para detener al agresor? Si el incidente ocurrió al interior del bar Cabaret ¿Qué objeto fue utilizado para dañarlo, puesto que el personal de seguridad está obligado a no permitir el ingreso de armas de fuego o punzocortante, no hicieron lo propio la noche de los hechos? Y por último ¿Tiene todo esto relación con los dichos de Mandujano en contra de la actual administración, los cuales han sido expuestos en medios nacionales? ¿De resultar una acusación falsa, el mismo aparato que ahora lo exhibe y señala reconocerá su error o todo quedará con una disculpa velada que nunca se ventilará en los medios? Los periodistas opinamos no matamos ¿A quién debemos temer?// Recuerde que El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico…
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