¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

martes, 25 de enero de 2011

El Canshape

 
Del adiós al Jtatic y
de alcaldes jóvenes

Poco tengo que decir sobre la muerte del obispo Samuel Ruiz que no se haya dicho, salvo que fue el tema más comentado de ayer en todos los medios.
Con las diversas informaciones vertidas se puede comprender el tamaño de la figura y la influencia de este religioso que defendió los derechos de los indígenas al grado de achacársele buena parte de la responsabilidad del levantamiento armado del EZLN y sí, tal parece que mucho tuvo que ver.
En este afán de defensa de los que eran —y son, lamentablemente, a pesar de todo— los más marginados entre los marginados se afectó el derecho de personas que nada tenían que ver con esa marginación. Hombres prósperos que consiguieron lo que tenían con trabajo fueron despojados como consecuencia de esta necesaria rebelión.
De ahí que tuviera bien ganada la admiración como la animadversión que lo acompañó el resto de su vida. Pero de todas las cosas que se dicen —algunas versiones rayan en el extremismo tanto para bien como para mal— una es innegable: logró trascender su vida y provocó con su influencia una sacudida social que si bien no cambió la condición indígena, logró situarla en medio de un discusión internacional que aún no concluye y puede traerle beneficios reales en un mediano plazo si se continúa con el espíritu de justicia del Jtatic.

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Como cuando se construye una casa y los detalles se dejan al final, porque son precisamente los que le darán personalidad y vistosidad a la construcción, así ocurre en Tuxtla Gutiérrez.
En la plena compresión de lo que es el trabajo de continuidad, y luego de una dinámica de transformación de la capital: con obras de gran trascendencia como el rastro porcino, la clínica de la mujer, entre otras, el presidente Yassir Vázquez canaliza los esfuerzos en esos pequeños detalles que son como la cereza del pastel.
Hoy vemos a la ciudad mostrar un rostro más bonito pues se trabaja en el rescate y embellecimiento de los espacios públicos. Pero no sólo eso, sigue los esfuerzos para que la capital continúe siendo la más segura del país. Recorre personalmente sus calles para detectar problemas y resolverlos a la brevedad. Ha puesto en marcha programas de resultados casi inmediatos como Trabajamos mientras descansas, Escuadrón Cazabaches, Actívate por tu colonia, Adopta un parque.
Algo que llama la atención y es muestra de que se escucha a la gente es el anuncio de la creación del Consejo del Campo Municipal, porque aunque es una ciudad de primer orden, Tuxtla también es campo y se impulsarán desde ahí las actividades agropecuarias en los ejidos.
En general y en menos de un mes de trabajo se aprecia una dinámica fresca que busca hacer de conejolandia un mejor lugar para vivir.

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Siendo responsable con la confianza que el pueblo tecpaneco depositó en él, Luis Enrique Aguilar Márquez mantiene cercanía con los ejidatarios, con los ganaderos, con los empresarios del municipio y con los grupos vulnerables —acaba de inaugurar la Casa del abuelo. Sigue al pie de la letra el eslogan de su administración y hasta el momento es un gobierno que trabaja para todos.
Tiene un gran reto el alcalde más joven de la pasada jornada electoral y es precisamente hacer mucho en poco tiempo y vaya que hace falta.
Como en diversos municipios de Chiapas, Luis se encontró con un saqueo descarado al municipio, equipo destartalado, adeudos y basura por todos lados. Necesariamente tendrá que hacer un inventario y a la brevedad denunciarlo a las autoridades correspondientes y que se actúe en consecuencia.
De momento se le ve entusiasmado por poder servir a su gente, ha hecho una cuidadosa selección de sus colaboradores para que en la misma dinámica atiendan las demandas de los tecpatecos que están cansados de malos tratos y de indiferencia.
Tecpatán confía en su capacidad y en su buen juicio. Depende de él aprovechar esta gran oportunidad, mostrar que la juventud no está peleada con la experiencia y que la política, en su acepción más pura, debe servir sólo para el bien común. Si hace esto, su carrera como funcionario público será larga y exitosa.

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Fíjese que allá en Ixhuatán, en el Norte del estado, justo en el último día como presidente municipal, el 31 de diciembre, a Juan Carlos Bautista López se le ocurrió, en complicidad con su síndico, extraer 700 mil pesos en cheques de caja de la comuna y ordeñar la cuenta que el ayuntamiento tenía en el banco HSBC. Cómo la ve. Dijo de aquí soy y ahorita que puedo pa’ qué esperar. De modo que diversos sectores sociales exigen al Órgano de Fiscalización Superior del Congreso del estado y a la Secretaría de la Función Pública realicen una exhaustiva investigación ante el presunto robo que realizó en vísperas del año nuevo. Dicen que hasta ligas, como aquel tristemente célebre René Bejarano, le faltaron cuando llenaba sus bolsillos con los cheques de 200 mil y 160 mil pesos. Y es presunto robo porque al parecer no tuvieron la firma del tesorero municipal.

Contacto:
roraquiar@hotmail.com
961 111 58 69

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