¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

jueves, 6 de enero de 2011

El Cashape

De llamadas y amistades

Siempre es gratificante y hasta presumible la amistad con que eventualmente honran a uno. Hace cuatro años conocí al laureado poeta Efraín Bartolomé en la presentación del libro conmemorativo por los 25 años de Ojo de jaguar, una edición de bolsillo, un devocionario, que tuvo a bien editar la Unicach. Ese día concertamos una entrevista que tendría lugar en la casa del escultor Robertoni Gómez donde le ofrecerían una comida por su cumpleaños número 57. El resultado es uno de los trabajos que más atesoro no sólo por el gran personaje con el que platiqué sino porque aquella tarde, en aquel patio, bajo aquella fresca sombra, nació una amistad.
Debo reconocer que el gran cómplice para que las cosas se dieran así fue José Juan Balcázar, quien en aquel entonces era el director editorial de NOTICIAS, un hombre de gran talento para las relaciones públicas, culto, sencillo y generoso, a quien le tengo gran admiración y respeto, y que en aquellos momentos, al ser yo editor de la sección cultural del periódico, me facilitó conocer gente, obras y diversos acontecimientos. Recuerdo en particular una anécdota que me contó precisamente sobre Efraín: cierta ocasión el poeta fue al parque central de Tuxtla a comprar unos ejemplares de una revista en la que aparecía en portada, el vendedor se percató de quién era y le pidió que a cambio de la revista le leyera algunos poemas. El trato se cerró y mientras leía la gente que caminaba por el lugar se paraba a escucharlo, a colocarse en frente a él en media luna, a pedirle más poemas; de modo que aquel pequeño incidente se convirtió en una auténtica lectura pública.
Decía de Efraín porque precisamente ayer por la mañana me habló al celular Guadalupe Belmontes, Pilla, para saludarme por el año nuevo a nombre de los dos, y para invitarme al café el Chichón, que se encuentra en la entrada del fraccionamiento Laureles, acá en la capital, para darnos el abrazo y entregarme el libro Los versos y la sangre. Vida y obra de Efraín Bartolomé, que escribió mi también gran amigo y maestro Héctor Cortés Mandujano. Lo maravilloso del caso es que el libro venía dedicado tanto por Héctor como por Efraín, lo que para mí es un obsequio redondo: mi narrador favorito contando la vida de mi poeta favorito.

***

Recuerdo que cuando Yassir Vázquez estaba en campaña me tocó verlo sudar la gota gorda. Escribí que lo vi bajo el intenso calor del medio día, justo a la entrada del mercado Juan Sabines, con el cuello estirado por los tantos collares de flores que la gente le ponía, y acalorado a tal punto que su rostro parecía un tomate por los tanto besos y abrazos de las locatarias. Dije que aunque todo parecía indicar que él ganaría la elección nadie podía decir que se sentó en sus laureles y que, por el contrario, había recorrido a pie la mayoría, si no es que todas, de las colonias tuxtlecas.
Al día siguiente me habló para saludarme, para agradecer los comentarios vertidos en este espacio, para ponerse a las órdenes y para platicarme del gran entusiasmo que le daba poder estar cerca de la gente, que él había crecido en Tuxtla y que la amaba, que poder servirle como presidente municipal era un sueño que tenía desde que era niño. Al cabo de la llamada me quedó la sensación de que gran parte de la charla era mera demagogia, pero luego vinieron las lluvias que afectaron severamente varias colonias de la capital, y en mi papel de editor de NOTICIAS recibí las notas que daban cuenta de los daños, y en las fotos vi cómo Yassir, sin poses ni bombo ni platillo, ayudaba a sus vecinos a sacar el lodo de sus casas, cargaba colchones mojados, reforzaba algunos techos, sin dar declaraciones y sin posar para la foto. Me quedó esa buena imagen de tuxleco solidario.
Uno nota la juventud en la fe que se le puede tener a los demás, en el deseo de que estén bien, en la disposición de servir. Yassir es joven, pero no ingenuo ni inexperto, tiene experiencia suficiente en la administración pública con sentido social —ocupó la titularidad de la Sedeso— y no está partiendo de cero, hará un trabajo de continuidad, imprimiendo, desde luego, su sello personal con ideas frescas y novedosas. Prueba de ello es la instauración de la primera comisión de Objetivos de Desarrollo del Milenio en un ayuntamiento. Seguramente veremos más acciones de este tipo.
Y como las cosas que bien empiezan, bien terminan, la mayordomía zoque entregó ayer el Bastón de mando a Yassir Vázquez como muestra de respaldo y buenos deseos para la nueva administración municipal que encabeza, a lo que el nuevo edil se comprometió a preservar y promover esta admirable cultura.

El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico.
9611115869

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