El senador por
Chiapas afirma que las iniciativas presentadas por el presidente Felipe
Calderón fueron positivas porque por fin pusieron a trabajar a los integrantes
del Congreso de la Unión
Haciendo
un símil, se podría decir que Zoé Robledo Aburto pasó, de manera súbita, de la
secundaria a la universidad (de diputado local a senador de república). En el
nuevo campus legislativo ha encontrado de todo: abusivos, mataditos,
repetidores, y, como era de imaginarse, jefes de grupo. Pero lejos de
intimidarse y permanecer de oyente −lo que le resultaría cómodo e incluso
prudente−, es uno de los asistentes que más veces ha levantado la mano para
participar.
Desde su primer día como senador,
Robledo tomó tribuna para proponer la creación de la Comisión Especial para
Conmemorar el Centenario de la gesta histórica de Belisario Domínguez Palencia
que en 2013 tiene su cumplimiento. En su intervención destacó que “Belisario
Domínguez es una figura que trasciende temporalidades, ideologías o
regionalismos, Don Belisario nos une como mexicanos”. A su propuesta no tardó
en sumarse el priísta Roberto Albores Gleason, quien preside la comisión de
entrega de la medalla que lleva el nombre del prócer chiapaneco.
Recientemente, el día de la
discusión de la Reforma Laboral en la Cámara Alta, el expresidente del Congreso
de Chiapas defendió hasta en seis ocasiones reservas y modificaciones que buscan,
según lo expuesto, proteger a la clase trabajadora y garantizar las conquistas
laborales. La experiencia, asegura, le resultó enriquecedora desde la revisión
en comisiones unidas (de Trabajo y de Estudios Legislativos) porque se tuvo que
echar mano de una alianza de facto con senadores panistas para hacer frente a
la mayoría priísta que se resistía a la transparencia y a la democracia
sindical:
“La resistencia a la democracia
era de esperarse, pero que se opusiera a la transparencia con tanta vehemencia
fue terrible. Porque incluso había posiciones de dos senadores del PRI,
sindicalistas ellos, Isaías González y Armando Neyra, de que la reforma era
laboral y no sindical, por lo que no había que tocarlos, pero para empezar no
hay ley sindical. ¿Pues cómo? Los sindicatos son parte de la vida pública y
tienen que rendir cuentas. El régimen se fundó en los sindicatos y qué bueno
que haya sido así. Yo vengo de una familia que fue sindicalista, mi tío Édgar
Robledo Santiago fue secretario general del SNTE. Pero estoy convencido que la
democracia debe ser una y no tener islas. Yo creo que debe haber sindicatos
fuertes pero no a costa de la democracia y menos a costa de la transparencia.”
Bajo estos argumentos se pudieron
defender las ocho reservas que se realizaron a la minuta de la Ley Laboral y
por las que Zoé, en su calidad de secretario de la Comisión de Estudios
Legislativos, tuvo seis participaciones ante el pleno “no con ánimo
protagonista sino jurídico y de reglamento” que abonaron al resultado que ya conocemos:
la aprobación de la reforma en lo general, con 100 votos a favor y 28 en
contra.
El juego político
El día de la discusión,
integrantes de diferentes organizaciones obreras y sindicatos independientes se
manifestaron a las afueras de la sede senatorial en rechazo a las
modificaciones a la minuta de reforma laboral enviada por la Cámara de
Diputados, por lo que elementos de la Secretaría de Seguridad del Distrito
Federal cercaron el recinto con mallas metálicas para evitar cualquier
intromisión en la sesión.
Para el recién nombrado
presidente de la Comisión de Probidad y Transparencia del Foro de Presidentes
de Poderes Legislativos de Centroamérica y del Caribe (Foprel), la resistencia
se debe a que se le está quitando una herramienta de control al viejo régimen:
“El viejo régimen –que en muchos
aspectos sigue vigente− se basaba, en su momento, en el Ejército, en el
Presidencialismo y en los Sindicatos. Y cuál era el argumento siempre: la
autonomía sindical. Yo creo que debe haber líderes sindicales fuertes en México
y la mejor forma de serlo es que sean democráticos, transparentes y que rindan
cuentas a sus agremiados.”
—Políticamente, se puede decir
que Felipe Calderón realizó su última jugada legislativa con estas iniciativas,
y al parecer todos los partidos le siguieron el juego. ¿Cuál es tu percepción
al respecto?
—El Presidente hizo una jugada
política inteligente, pero eso nos obligaba a ser más inteligentes y hacer una
estrategia y a ponernos a trabajar. Qué bueno que ocurra así en la política,
porque si no, hubiéramos caído en la postura de “no, no, no” y rechazamos todo.
Intentamos ser una oposición que alcance acuerdos. Te pongo un ejemplo: Peña
Nieto todavía ni asume y ya presentó una iniciativa de transparencia. Qué
hicimos nosotros, presentar una mejor iniciativa, con más alcances. Quiere
siete consejeros en el IFAI, está bien, pero que ya no los nombre el
Presidente, que los nombre el congreso. Esa es la política a la que debemos
apostar.
—¿Qué, finalmente, dejan las
preferentes?
—Creo que si algo lograron estas
iniciativas fue destrabar la dinámica tan lenta que había en ambas cámaras.
Tuvimos un arranque muy intenso, ya incluso aprobamos la Ley de Contabilidad.
No sabíamos ni siquiera dónde estaban las oficinas y ya teníamos que sesionar
en comisiones extraordinarias que crearon para el análisis y la discusión. Creo
que esa parte es positiva. Bueno, Peña Nieto va a tener 24 iniciativas
preferentes. No podemos seguir dándole vueltas a las cosas, debemos asumir una
posición frente a los electores, porque, de verdad, no estaba pasando nada en
los congresos.
—Manlio Fabio Beltrones plantea
que han perdido el carácter de preferentes. ¿Crees que su destino sea, como se
teme, la congeladora?
—Concediendo que hayan perdido
ese carácter, la dinámica en el Congreso de la Unión debe permanecer
preferente, creo que muchos comparten esta postura, creo que la ciudadanía así
lo quiere, y en ese sentido no creo que se vayan a la congeladora.
En la Cámara Alta pasan lista:
—¿Zoé Alejandro Robledo?
—¡Presente!!!