¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

domingo, 11 de abril de 2010

El Canshape (I)

·Gestos delatores ·Facebookeros rabiosos

El día que Lissette Farah salió en la televisión solicitando la ayuda de la ciudadanía para encontrar a su pequeña hija Paulette, yo me encontraba comiendo en casa de mi amigo Sergio Escobar y su mamá, maestra en psicología y académica universitaria, Beatriz Torres.
Al escuchar el caso me paré del comedor y me acerqué al televisor. Farah me pareció una mujer valiente que guardaba compostura para enfrentar el problema. Mientras escuchaba la historia, la psicóloga se paró a mi lado y dijo “está mintiendo”. Por un momento pensé que la mamá de mi amigo estaba bromeando, pero su seriedad me convenció de lo contrario. “Está mintiendo por la tensión en su boca, y los gestos que hace”. En ese momento me pareció que exageraba y que su comentario estaba un poco fuera de lugar dada la naturaleza de la situación.
Pasado los días el caso fue conocido por todos. La mamá de la niña por un momento fue la principal sospechosa, y todavía hay algunos que creen que ella es la culpable de la muerte de Paulette. Eso es punto y aparte. Me llama la atención aquel primer veredicto escuchado justo al momento de darse a conocer el caso. Cómo una especialista en la conducta humana, como lo es doña Beatriz Torres, pudo deducir cosas tan delicadas en tan corto tiempo.
Bueno, pues sí puede. Algunos psicólogos focalizan su trabajo en el análisis riguroso de uno de los aspectos más característicos de la dimensión conductual de la emoción: la expresión facial. Para ello utilizan el Sistema de Codificación de Acción Facial, el FACS (Facial Action Coding System), desarrollado por los investigadores Ekman y Friesen en 1978.
Este instrumento permite evaluar la expresión facial de las emociones a partir de la actividad de uno o varios músculos que otorguen un cambio en la apariencia del rostro. De modo que, dado que esta actividad muscular es involuntaria, quien miente lo manifiesta, y es relativamente fácil detectarlo. Para el ojo entrenado estos movimientos faciales son perceptibles en el momento justo en que ocurren, pero para los primerizos es necesario grabar en video la conversación y luego analizarla cuidadosamente. Creo que doña Beatriz se ha ganado, aún más, mi admiración y respeto.

***
Nadie puede negar el alcance e impacto de las redes sociales, como en el caso de Facebook. Esta herramienta tecnológica tiene aplicaciones reales en el campo laboral, particularmente en el de la información y la comunicación.
Tienen tanta influencia que muchas de las noticias que causan revuelo en el mundo saltan de las discusiones virtuales a la prensa escrita, la radio y televisión tradicionales. Digo tradicionales porque en la Internet ya se da la convergencia tecnológica, es decir los medios que conocemos están presentes en la web, y muchas personas sólo los consumen a través de sus respectivos portales.
En el caso concreto de Facebook ocurre que el ciudadano común se siente en libertad de informar, comentar y opinar el acontecer diario. Mi red de contactos está integrada por periodistas, comunicadores, y demás personas interesadas en informar e informarse, de modo que la mayor parte de los contenidos que suben son de corte periodístico. Parece una carrera en la que el más popular es aquel que sube la mayor cantidad de datos novedosos en el menor tiempo posible.
De un momento a otro, alguna información, al principio sin ninguna aparente importancia, desata toda una discusión en la que los criterios son numerosos y muy divergentes. Qué bueno. Eso permite construir un contexto más diversificado de la vida misma.
No obstante, eventualmente surge la persona que busca que su criterio sea el imperante, y mediante una discusión ácida, rayando en la descortesía y falta de respeto, enerva sus ánimos y termina por trastocar la armonía del espacio.
Creo que debería establecerse un código de cortesía virtual, en el que se privilegie la tolerancia y el respeto a las opiniones contrarias. Las discusiones no se ganan agrediendo, pienso. No existen verdades absolutas. Y de ninguna manera hay sumos pontífices de la información.

Tunda-burros
La hipopotomonstrosesquipedaliofobia es un miedo irracional (o fobia) a la pronunciación de palabras largas y complicadas. Se caracteriza por aversión o nerviosismo a la hora en que el sujeto entra en charlas en las cuales se usan palabras largas o de uso poco común (charlas científicas, médicas, técnicas, etcétera), así como el evitar o no mencionar en absoluto palabras anormales en el vocabulario coloquial.

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