Semillero de
científicos
Con la creación del Campus
Regional del Centro Internacional de Física Teórica (ICTP) de Trieste, Italia,
en las instalaciones de la Universidad
Autónoma de Chiapas (campus Ocozocoautla), nuestro estado
será semillero de científicos (en la más alta acepción de la palabra, pues la física
teórica constituye la rama de la física que, basándose fuertemente en la
matemática, elabora teorías y modelos con el fin de explicar y comprender
fenómenos físicos) con presencia mundial. Este centro, de gran tradición y
prestigio, iniciará estudios en física de altas energías, matemáticas aplicadas,
energía ambiental; luego los extenderá a biofísica, computación, ciencias del
espacio, ciencias ambientales y de la tierra. Su influencia
científica-tecnológica se extenderá a los países de Centroamérica y El Caribe,
que también se involucraron en el proyecto. Al respecto, Fernando Quevedo
Rodríguez, director del ICTP, al firmar el convenio con la Unach, resaltó el desempeño
del rector Jaime Valls Esponda para la consolidación de este centro de
estudios: “el rector nos ha impresionado a todos, su visión y apoyo a la
ciencia, al llegar a visitarnos a Italia fue un factor determinante para
aceptar la propuesta de Chiapas, al verlo a él tan comprometido con el proyecto
nos dio la seguridad de que la propuesta era muy seria y ha jugado un papel
fundamental”. Por su parte, el rector Valls destacó el impacto que la ciencia
tiene en el desarrollo y progreso de los pueblos: “Abdus Salam, premio Nobel de
Física en 1979 y fundador del ICTP, recalcaba que los dos principios básicos de
una sociedad de bienestar, consisten en el principio social y el principio de
eficiencia. El primero atiende los servicios básicos para el ser humano, como
son la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la alimentación. Mientras
que el segundo es el responsable de la generación de los recursos financieros
de toda nación desarrollada, la ciencia y la tecnología. Porque si
desarrollamos la ciencia y la tecnología, podremos generar riqueza para
nuestras naciones, lo cual nos permitirá cumplir con el principio social. Esta
alianza de esfuerzos y de voluntades nos permitirá aportar nuevos conocimientos
y generar bienestar para la sociedad.”
Feliz Navidad
Como en ninguna otra época del
año, la Navidad
hace surgir un auténtico ser humano en cada hombre, en cada mujer. Hay otras
fechas significativas en nuestro festivo calendario, pero ni el San Valentín,
condicionado a lo que Erich Fromm llama, en su obra El arte de amar, amor
erótico o, en el caso de la amistad, amor fraternal, ni el Día de Muertos, en
el que recordamos con benevolencia a los que ya se han ido, hayan sido bueno o
malos, y los sentimos más cerca que los propios vivos, logran despertar los más
nobles sentimientos. La
Navidad es época de compartir, de perdonar, de amar, de
agradecer. Celebramos con gran alegría la llegada al mundo de Jesucristo, el
hijo de Dios, auque esto como todo mundo sabe se debe a la reforma hecha al
calendario juliano, para pasar al calendario conocido como gregoriano (debido
al Papa Gregorio XIII, quien instó el cambio). La celebración de esta fiesta el
25 de diciembre se debe a la antigua celebración del nacimiento anual del
dios-Sol en el solsticio de invierno adaptada por la Iglesia Católica en el tercer
siglo después de Cristo para permitir la conversión de los pueblos paganos.
Pero “haiga sido como haiga sido”, hoy la Navidad es motivo de alegría en la mayor parte
del mundo y para no desentonar desde este espacio quiero desearle, lector,
lectora, la mejor Noche Buena que pueda tener, rodeado de seres que realmente
ame y lo amen. Mucha salud, sin duda una de las mayores bendiciones de Dios
Padre derrama sobre cada uno de nosotros, y auténtica armonía. Regale afecto y
no vanidad. Recójase en reflexión y humildad y celébrese y cántese así mismo
porque enfrentó con valentía un año lleno de afanes. Dé gracias.
Pongosh
Hoy volví a recordar, en vísperas
navideñas, que cuando vivía en casa de mi madre, doña María Libertad —la mujer
más bella de su generación en Tuxtla Chico, y no porque yo lo diga sino por las
fotos en blanco y negro y sepia que lo confirman—, fortalecido en la amistosa
compañía de mis hermanos Marco y Nirvana (la banda se llama como ella porque
ella nació antes), el amor tenía una medida puntual a la hora del desayuno: 10
galletas maría. Un rollo sin abrir se disponía al centro de la mesa cada mañana
y la instrucción era precisa: 10 para cada uno y no más, el resto que se guarde
(hasta la fecha desconozco que se hacía con ese resto). La orden era
religiosamente guardada por el trío que rayaba entre los seis y nueve años de
edad, 15 meses en promedio nos distanciaban al uno del otro pero no parecía,
había completa independencia, nadie cuidaba de nadie, incluso competíamos. A la
hora de la repartición esperábamos como quien espera las cartas del póker, una
para ti, otra para mí, hasta que la ronda llegaba a diez. No obstante, y muy a
veces, quién sabe qué demonio infantil brillaba en nuestros ojos claros y terminábamos
hasta con 14 galletas que se caían de nuestras manos en crecimiento pero que
intentábamos ocultar a como diera lugar. “¿Guardaron el resto?”, preguntaba
mamá con asomos de sospecha, y nosotros invariablemente respondíamos “ss…
síiii” y una risa nerviosa nos terminaba de unir en esa hermandad que tanto
bien me hizo en la infancia y que hoy, en vísperas de Navidad, volví a
recordar// Recuerde que El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico…
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