¿Pinocho?

¿Pinocho?
De ningún modo, es el canshapito posando con una su mascarita de parachiquito

lunes, 24 de octubre de 2011

El Canshape


No se ve el horizonte

Qué habrá sido del ambicioso programa “Horizontes. El futuro es nuestro” que el alcalde Yassir Vázquez Hernández anunció con marimba y cochito (ta más bonita esta frase que la choteada bombo y platillo, además de que es más chiapaneca)  a principios de marzo de este año, con el que se pretendía dotar de una beca mensual de 400 pesos a la  comunidad estudiantil del nivel medio superior. El proyecto es integral y de gran beneficio porque además del dinero, Horizontes también contempla (o contemplaba, ya no sabemos) otorgar tarjetas de descuentos para centros comerciales, entradas gratuitas a eventos culturales y deportivos, al Zoomat, al Much y brindar las facilidades necesarias para obtener becas en escuelas particulares de educación superior. Yassir detalló que serían 4 mil 700 becas las que se entregarían, cubriendo un 38.57 por ciento de la población estudiantil (nacida en Tuxtla) que no tiene ningún tipo de apoyo para la educación, con una inversión mensual de 1 millón 880 mil pesos provenientes del Ramo 33, Fondo 4 FAFM. En su momento celebré este anuncio porque esta beca puede significar la diferencia entre continuar o no la escuela, así de fácil. Y dije que valorando los alcances, este programa sería sin duda uno de los pilares de la actual administración municipal, así como Amanecer enmarca en gran medida el compromiso social del gobierno de Juan Sabines. No obstante, los meses han pasado y no se han reportado avances significativos, y los rumores de que fue vetado por desacuerdos políticos cobran fuerza. Esperamos pronto tener más información.

Rescate de la política
La política, según su concepto, es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad. El término fue ampliamente utilizado en Atenas a partir del siglo V antes de Cristo, en especial gracias a la obra de Aristóteles titulada, precisamente, Política. El mismo Aristóteles definía al ser humano como un animal político. En este sentido, ser político sería motivo suficiente de admiración y respeto, porque se entiende que la persona que desempeña actividades profesionales a cargo del Estado o se presenta a elecciones busca no otra cosa sino mejorar las condiciones que optimicen la convivencia colectiva. Pero para desgracia de quienes se dedican a esta actividad, el concepto ha devenido en sinónimo de desprestigio. No sólo por los escandalosos casos de corrupción que parecen procurar la valoración más generaliza entre la sociedad. Y es cierto, el acceso a espacios públicos de poder genera las condiciones para el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias. Ni duda cabe que esto debe preocupar a sus oficiantes, pero no es lo único. Para conocer la perspectiva de los propios involucrados, me permito compartir algunas ideas que rescaté de una charla que sostuve hace algún tiempo con el diputado Juan Jesús Aquino Calvo, actual presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado. Para el legislador de 36 años son varias las razones de esta decepción ciudadana de la política. Una, la más obvia acaso, es la enorme desigualdad social que impera, donde la pobreza y la marginación son realmente importantes. Es decir, el desencanto radica en la incapacidad de los sistemas políticos de dar respuesta a tan fuertes y diversas demandas sociales. Valorar lo político sin duda tiene distintos niveles y su descrédito tiene que ver también con cierta crisis de representatividad. La mayoría de los políticos sigue cada vez más la lógica de acumulación de poder y menos la de comprensión de los asuntos de la vida cotidiana, sus problemas y soluciones, lo que realmente le importa a la población y por lo que busca representantes afines a sus necesidades. Asimismo, la poca credibilidad que se tiene de los sistemas democráticos en cada elección, que nos lleva a preguntar ¿elecciones limpias o fraudulentas?, aporta a esta concepción del mal político. Porque si los sistemas electorales no son creíbles, no será creíble ni interesará lo que emane de ellos. Todo esto es peligroso porque el ejercicio de la tarea política es sustancial para la construcción de la democracia. Ante este panorama, Aquino Calvo coincide con este pergeñador de bodrios (ja, sí, es de Arcadio la frase) en que el rescate de la figura política sólo se logrará a través de la profesionalización, de la no improvisación, del despojo de los intereses personales por los de la gran mayoría. En resumen, regresar a la concepción original: el bien común.

Cortesía política
Vienen a mi mente palabras que la diputada Arely Madrid Tovilla me dijo, cuando siendo presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso local le pregunté a qué se debía la aparente ausencia de crítica por parte de los legisladores respecto a las acciones de gobierno. Su respuesta me llevó a comprender el término cortesía política: “No creo que haya ausencia de crítica. Es más, yo misma he hablado. Lo que pasa que para ser críticos, para hacer preguntas, no se necesita ser golpeador. La elegancia es uno de los mejores elementos que distingue a un político. Uno puede criticar e incluso exigir con mucha elegancia, con mucha propiedad. No hay necesidad de golpear a nadie. Reconozco, claro, que habrá preguntas que no tienen la fuerza ni la crítica necesaria, pero hay otras que sí. Yo creo que, a veces, se esperaría que uno, como diputado, se le fuera encima a determinado funcionario, pero somos civilizados y la cordialidad debe prevalecer ante todo.”

Pongosh
Va Ninel Conde caminando con su esposo por el parque. Una paloma surca el cielo y al volar sobre el bombón asesino la caga: —Amor, ¿qué tengo en la cabeza? —¡Mierda! —No, tontito, ¡por fuera!// Recuerde que El Canshape es un sitio encantado de Tuxtla Chico…


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